Archivo de la categoría: Columnas literarias

Boca a boca┇Rodolfo Naró

Lowon

No hay peor hoguera

que el fuego de tus labios.

Quiero besarte otra vez,

sentir en mis labios el papel de los tuyos,

devolverte la amargura

que en mi boca fue resignación y silencio,

ilusión de amor que ya me parece eterno.

Besarte, pero no para sentir el amor

que antes salía de tu pecho,

sino para devolverte lo único tuyo

que ahora me quema por dentro.

Besarte, pero no para sentir tu calidez

ni mi alma removerse hasta sus cimientos

y mi corazón latir aprisa, caliente,

llevando sangre a todo mi cuerpo.

Sino, para devolverte tus besos

y tú me entregues los míos,

para vivir o morir completo.

Rodolfo Naró

Poeta y narrador mexicano (1967). Su novela «El orden infinito», fue finalista del Premio Planeta 2006. Sus libros de poesía son: «Del rojo al púrpura» editado por Planeta y «Los días inútiles», «Amor convenido», «El principio», «El antiguo olvido», «Año de gracia», «Alburemas» y «Árbol de la vida» editados en México y Argentina por Editorial Vinciguerra, contenidos en el estuche «Poesía Convenida 1986-2007», ilustrado con la obra de Javier Marín. Su novela reciente es Cállate niña (Ediciones B, 2011). Este poema es de su libro «Amor convenido».

http://rodolfonaro.blogspot.com/

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Por la cultura libre

Cómplices, todo el día de hoy encontrarán libros de descarga gratuita en nuestras página de facebook y twitter.

LIBERA UN TERRITORIO

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Un noviago de 15 días┇Alfredo Peñuelas

Ilustración: Mayumi Haryoto

Despertó molesta, no sabía porqué pero nada le complacía, ni siquiera la estupenda noche que pasaron juntos, “Anoche dije muchas pendejadas”, pensó para sí misma y la simple idea le remordió la conciencia, Cosas que no debí decir. En la bruma de la ensoñación trató de identificar las sombras, las distancias, los rumores de la calle, Ha de ser la una de la tarde, dijo acostumbrada a guiarse por otros relojes. Extendió la mano y nada, le respondió el vacío, un espacio tibio de sábanas revueltas donde él había pasado la noche. “Estoy sola”, pensó sin saber si se refería a la noche en sí o a la vida misma, esa idea le molestó aún más. Ahora no sabe qué hacer, quisiera que, al menos, esta terrible sensación de soledad fuera también un sueño.
Al agitar la pereza se asoma al balcón como le es habitual, poco le importa estar desnuda bajo el vestido que usa para dormir “¿dónde habrán quedado mis calzones?”, lo piensa durante un segundo y después toma fuerzas para salir al balcón a observar la calle. Bajo sus pies un ir y venir de personajes en muchas lenguas ajenas se sucedía, hombres de otras latitudes, hombres morenos con sus costumbres y sus lenguajes, alguna otra mujer que sería la antítesis de ella misma en la actitud y en el vestuario, algún curioso que la espiara por la ventana de enfrente, conocedor de sus costumbres, disfrutando del espectáculo de su bella imagen al despertar. El curioso sabe que ella se presenta casi desnuda al balcón a mirar a la gente, casi siempre a la misma hora, el curioso supondría lo que ocurrió anoche tras esa ventana cubierta únicamente por la persiana y que desveló todos los sonidos de una noche intensa, el curioso habría visto al hombre salir unos minutos antes, lo habría visto caminar tranquilo por la calle, voltear a mirar al balcón por cinco segundos para ver si ella se percataba de la ausencia y se asomaría a buscarlo entre la gente como ahora mismo, el curioso habría visto al hombre alejarse por la calle sin un rumbo fijo, perdido entre un mar de ideas y de gente de esa misma gente que ahora ocupa el rumor bajo los pies de ella. Minutos después, ese mismo curioso habría visto a la chica salir al balcón, observar la calle para tratar de encontrarlo. Nadie. No hay nadie. Ella lo piensa y lo sabe mientras la idea de soledad se le vuelve a alojar en la mente.
“Ayer dije tonterías de enamorada”, lo dice como quien se quiere convencer de que algo está mal. Recuerda la discusión previa, recuerda los reclamos y todas las palabras, todas y cada una de ellas, palabras escogidas por ambos como quién juega un dominó o un póquer y no quiere que los sentimientos queden revelados, “Es una discusión de novios adolescentes”, dijo él y ella soltó a reír por la idea compartida. La primera vez que lo vio jamás pudo imaginar la escena semejante. Un tipo X en una fila X de un lugar X al otro lado del mar, dando información elemental de sí mismo y obteniendo la misma información, “nos vemos allá”, le dijo como quien asume que las cosas son producto del azar. Pero eso no era lo importante. Hace meses que conocía al tipo, le agradaba, habían salido un par de ocasiones, se habrían dado un par de besos y nada más… … hasta hacía quince días.
Ese mar fungiría como testigo, frente a ellos unas olas tímidas que iban y venían como las palabras y los pensamientos, otra vez ese mar cómplice, el charco ese que habían atravesado en una suerte de azar individual. Ese primer día, el primero de los quince, el lenguaje de las olas no incluía la palabra “nosotros”; ella pensaba en lo que había dejado en esas arenas, en otras promesas, otras borracheras, otros amores. Una sucesión de fechas como San Juan, la Merced y muchas sin importancia que radicaban en el común denominador de no estar sola, la posibilidad esa que le encantaba de, aunque fuera en teoría, no tener la razón. “Vine sola y me iré sola”, dijo alguna vez, durante la discusión de novios adolescentes, y lo que obtuvo fue unos instantes de silencio, un silencio cargado de posibilidades. “¿Te quieres bañar conmigo en el mar?”, le habría dicho esa primera noche de quince, y el frío del mar y de las expectativas por cumplirse los encontraron a ambos en medio de mareas ajenas que se conjuntaban en una sola corriente de risas, miradas, caricias, besos. Esa noche los despertó una máquina y un policía a la orilla de la arena; esa noche huyeron por caminos distintos para encontrarse más tarde en medio de una promesa no hecha; esa noche fue la primera de los quince días por venir.
Ella sigue disgustada, se imagina todas las cosas que le reclamará en cuanto aparezca, particularmente el haberla dejado sola, “¿Qué? ¿Ya te dio miedo?”, la primera de las preguntas ensayadas, otra vez el silencio, ese que lo dice todo. “¿Qué es lo que vamos a hacer con esto?”, se pregunta la chica recordando sus palabras, “Lo que te nazca, lo que quieras. En este momento soy una barca a merced de tus olas,” le da risa imaginar la respuesta, es ella la barca, al menos así se siente, cree que es él quien juega con su fragilidad de esquife a la deriva, “Joder, con lo que me choca extrañar a la gente”. ¿Cómo es que se salió todo de control? Los días venideros son similares a los recuerdos: un cúmulo de viajes, noches furtivas, cenas, desamparos, risas y soledades combinadas. Se acompañaban en la soledad, eso era verdad, pero la soledad no era la misma. Todo empezó como un juego, como un escape, una necesidad por ser rescatada de otras soledades, ¿cómo carajos se salió de control? Trata de imaginar al hombre en su realidad, lo imagina al otro lado del océano vestido de traje, lo imagina lidiando con el tráfico de las 10 am o en una oficina o asistiendo a una junta de negocios, lo imagina con su mujer, con sus hijos, con una vida hecha y ajena… Quisiera hablar con él, decirle que lo lamenta, que lamenta lo que piensa, lo que le dice, lo que ha pensado decirle cuando lo vea, “dejaré de portarme así. Recuerda que de mi héroe pasaste a ser mi enemigo”, se lo dirá como quién sabe lo que sus palabras significan. Él le habría dicho alguna vez, “me gustan las palabras ¿sabes?”, A mí me gusta darles vida, respondió ella en medio de la noche para perderse en un nuevo mar de besos y sudores mutuos.
El móvil suena. Ella sabe que es él, no piensa contestar. “Es un mensaje”, dice. El curioso mirará como ella cederá a la curiosidad, la mirará tomar el celular entre las manos, la mirará reír; el curioso anhelará esa risa para él. La chica sonreirá y entrará a la habitación a poner orden a sus ideas, entre risas pondrá algo de música en el ordenador, se duchará, se pondrá bonita (porque ella es bonita y lo sabe), saldrá a la calle pensando en la cita. El curioso la mirará alejarse entre la gente, como una barca suelta entre las olas del mar.

Alfredo Peñuelas

Escritor y cineasta mexicano nacido en León, Nicaragua. Es autor del libro “Instantáneas sobre el Fin del Mundo” (Basileia) y ha participado en las antologías “Porque es pecado, no te lo doy”  (UNAM-DIANA) y “México, sabe México” (Universidad de Sevilla). Ha realizado documentales para TV UNAM, ONCE TV, Ilce, Conaculta y para la UAM Cuajimalpa, además de incursionar en la publicidad como realizador de comerciales. Ha cursado estudios de Ciencias de la Comunicación en la UAM-X y es Maestro en Creación Literaria por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. En octubre de este año iniciará un doctorado en Humanidades en esta misma institución. Es colaborador de las revistas “La mosca en la pared”, “Escrutinio” y “Magenta Postal”, así como del portal informativo Expresión, del diario El Financiero y del programa radiofónico Expedición W, de W Radio.

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Cop17, y los muros siguen cayendo

© Stephen Vanfleteren, Bruselas

En octubre de este año la sequía más dura, de los últimos sesenta tiempos, afectó al llamado “Cuerno de África”. Las consecuencias: Millones de desplazados caminaron de un país a otro en buscas de agua, comida y protección. La crisis climática reveló -una vez más-, lo que para pocos va dejando de ser una sorpresa: La pobreza y el abandono de millones de personas se sostiene de un fino hilo, en el que una sacudida  basta para que se desplome.

Diciembre, Sudáfrica. La ciudad de Durban se preparaba con rimbombancias para albergar a las más de 190 delegaciones de países en la reunión anual  del clima (COP), enmarcada en La Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC).  La conferencia, que terminó dos días más tarde de lo previsto, fue en un fracaso en términos de decisiones.  Además de convenir una extensión del protocolo de Kioto, reveló que éste, la única plataforma legal que obliga a los países desarrollados ( no todos ratificados) a cortar sus emisiones de carbono, no funciona bien. Los grandes quieren a los grandes adentro; mientras otros, como Canadá, abandonaron su adhesión.

Una leve esperanza surge en la disposición de una futura conversación entre los gigantes  contaminantes de EEUU, CHINA e INDIA. Siendo muy optimista, esto es buena señal . Siendo realista, puedes poner en un carrusel a estos tres y aun así nadie se reirá con el otro, tiempo perdido y esperanzas desechas.

Que, el  aparentemente fallido, Cop17 haya sido en Sudáfrica no es tan arbitrario como parece. La rápida oscilación del clima afecta al mundo en general, pero en particular,  serán siempre los habitantes de países que no pueden sostener a su población, en  los países pobres y en conflicto los más afectados. En términos de desarrollo social, el desequilibrio climático afecta a la agricultura de manera implacable. África es un continente en el que  cuatro de cada cinco habitantes depende de la agricultura para su sobrevivencia, y es también el único continente que no produce  la suficiente comida para alimentarse a sí mismo.

Hay algo que surge de este no-acuerdo en la conferencia climática de Durban. Asoma la curiosidad de ver  cómo es un trabajo sentar a las grandes potencias juntas en la mesa para  discutir la administración las murallas caídas de los  suyos y de  todos los demás. Curioso es también la visión ingenua que parecen tener los países más pequeños con la palabra desarrollo. Para llegar a ser uno de estos grandes, contaminantes, pero con la capacidad (al menos esencial) de contener momentáneamente a sus habitantes, para que sigan trabajando y generando.

Según estudios científicos, el año peak hasta el cual podremos seguir contaminando y dejando que los grandes emitan sus peligrosos gases,  es el 2020. Luego de eso, la emisiones deben bajar drásticamente. No hay vuelta atrás. La urgencia de resoluciones se enmarca en la urgencia de un  problema frente al cual la esperanza no funciona. No hay rezos, ni peticiones que nos devuelva el tiempo para no llegar al 2020. ¿Qué viene después de eso? ¿Cuál es la solución cuando el lugar más seguro es también el más contaminante?

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇El viaje, el destino: Dan Eldon

El viaje es el destino, 1997

[…] Ítaca te dio el hermoso viaje 

Sin ella no hubieras emprendido el camino

No puede darte nada más […]

Ítaca, Constantino P. Cavafis

Años atrás, una amiga griega me regaló una edición de bolsillo de la Odisea. Cuando abrí el libro me sorprendió ver escrito el bellísimo poema de Cavafis : Ítaca. Ahí estaba Cavafis, entre las turbulencias y el miedo a volar, cantando la belleza del recorrido en contraste con la fealdad del destino. Dan Eldon, muy probablemente, leyó al poeta griego y se quedó con Ítaca. La llevó a África, mezcló la voluntad griega con la natural Swahili y su palabra: Safari. Ser joven va acompañado de una energía cambiante, que empuja sin muchos cuestionamientos. Las fotografías y escritos que dejó el periodistas reflejan la intensa fuerza de esa fase de su vida, solo esa mirada joven puede resultar en el diario de viajes, que hoy gracias a su madre se conoce.

Dan Eldon nació en Londres, pero se crió en Nairobi, Kenia. Trabajó como fotógrafo para la agencia Reuters en África y con apenas veintidós años fue asesinado en Somalía. Su madre Kathy Eldon reunió sus diecisiete diarios de viaje, en los que mezclaba su complicidad  con la belleza de los paisajes, las culturas africanas y la increíble pobreza, violencia y el caos en una delgada línea de vida. Ambas partes, en un arranque de energía extraordinario, fueron retratados por el joven periodista y publicados en 1997 bajo el título»The Journey is the destination».

Algunos de sus paso:

18 de septiembre, 1970

Dan Eldon, el joven vestido de negro que sostiene los cráneos de antílope en la foto inicial nace en Londres. Su madre, una periodista de nacionalidad estadounidense decide (siete años después) mudar a su familia de Londres a Nairobi, la capital de Kenia.

Enero de 1988

Un viejo proverbio Swahili dice Donde hay una intención hay también un camino. “Energía, sinceridad, claridad y creatividades el postulado inicial del Safari que Dan Eldon comienza en Kenia cuando cumplía dieciocho años.

El Deziree está listo para partir. Nombre de la camioneta de segunda mano con la que comienza el viaje  a través de los paisajes de Kenia, Tanzania, Malawi, Mozambique, Zimbabwe y Sudáfrica. A este último país llega en pleno período de Apartheid, en uno de los pasajes del Diario, Eldon narra a través de fotografías y manuscritos su experiencia en las cárceles sudafricanas. La policía ofrecía alojamiento en las celdas vacías a cambio de cigarrillos y pornografía. Irónicamente el periodista se refiere a este episodio diciendo : “South African police, offering accomodation to students since 1976”.( La policía sudafricana ofreciendo alojamiento a los estudiantes desde 1976)  La ironía de esta frase radica en que ese mismo año en las calles de Johannesburgo en medio de una protesta estudiantil centenares de niños y adolescentes fueron asesinados por la policía del Apartheid en medio de una protesta.

12 de julio, 1993

El  periodista inglés camina por las calles de Mogadishu, Somalía, en dirección a la casa de Mohammed Farrad Aidid. En plena guerrilla estadounidense contra las tropas del sanguinario líder revolucionario somalí, el inglés se dirige encargado por la agencia Reuters a fotografiar la presunta redada contra el general africano. A su llegada, la prensa y  las tropas de la ONU se encuentran (cada uno desde su trinchera) a la espera  del aprisionamiento de Aidid,  para concluir así largos años de guerrilla en Somalía.

Una multitud enfurecida, un frustrado operativo bélico, ciudadanos somalíes caen muertos en el caos junto a tres periodistas, uno de ellos es Dan Eldon.

Hoy

Kathy y Amy Eldon, madre y hermana respectivamente, dirigen la fundación Creative VisionsDan Eldon en  memoria  de su trabajo como activista, fotógrafo y artista. la organización tiene como objetivo difundir el trabajo de Eldon y promover nuevos proyectos que conjugen arte y activismo social.

 

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Hola Soweto, howzit?

Se dice que la huella de África corre a través de Soweto. Que Soweto es un microcosmos o el alma de Sudáfrica; el ejemplo brillante de la negligencia y explotación en África. Underground Jozi (2002)

A primera vista la ciudadela más grande y característica de Sudáfrica, no tiene fin: Montaña tras montaña las casas aparecen, las viviendas como sacadas del Monopoly todas del mismo modelo: un piso, un patio pequeño y un color diferente. Las calles, en cambio las adornan sus paseantes, aquí, a diferencia de otros lugares en Sudáfrica, se caminan. Soweto se ve de todos lados. Es enorme, polvoriento de lejos y colorido de cerca.

Esta Township nació a principios del siglo XX, bajo la sombra de la ciudad del oro:  Johannesburgo.  Soweto, que proviene del acrónimo de “South Western Townships”, fue desde sus inicio parte de  un proyecto de segregación racial y social, que luego desembocaría en el Apartheid.  Soweto se encuentra en el anillo minero que  causó una de las olas migratorias internas y externas mas grande del siglo XX en todo el continente africano. La fiebre del oro de Johannesburgo, la ciudad prometida, atrajo a personas de todas partes, formando así la ciudad multicultural  que hoy es Johannesburgo. A solo veinte kilómetros, desde su township más famosa es posible observar el cementerio de minas que dejó la explotación del oro en la región.

El crecimiento de la ciudadela desde sus inicios fue enorme. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por prevenir que la población negra se apropiara de terrenos y/o casas, el desafío de los habitantes de Soweto fue mayor. En 1940, James Mapanza, conocido hoy como “El padre de Soweto” lideró la primera invasión de tierra, que junto con el movimiento Sofa Sonke,  miles de sowetanos ocuparon lo que hoy es conocido como el barrio de Orlando.Los números oficiales indican que la población total de Soweto es de 1.3 millones de personas, los no oficiales, dicen que 4 millones de personas habitarían aquí.

Soweto por su localización e historia política ha ido gestando una clase media trabajadora, algo extrañísimo en Sudáfrica. El auge económico al que pudo, desde 1994,  acceder la población negra hizo que más y más pobladores de esta township accedieran a esta clase, impensada en tiempos del Apartheid. El orgullo que une a la población  hizo que en vez de mudarse a barrios más acomodados, la gente empezara a invertir en el mismo lugar. Hoy, por ejemplo, Soweto es la única township con Universidad y estadio propio: Soccer City.

Dentro de los contrastes propios de este país, Soweto pareciera tener un poco de esas lecturas de crímenes en Sudáfrica, la township pobre y peligrosa; y a la vez es un lugar que suena, vibra y marca tendencias. Las autoridades y casas turísticas conscientes del atractivo de Soweto han explotado ciertas áreas, que hoy son paseo obligado de turistas.

Pasear por las calles, en bici y a pie es un alivio, considerando la esclavizante vida de automovilista que se promueve en Sudáfrica. Un domingo por la mañana, desde las veredas resuenan los coros de las iglesias, los fieles vestidos con sus mejores trajes se congregan a celebrar la fiesta de la semana. El rito callejero se detiene en los cantos de los vecinos dentro del frescor domingal de cualquiera de sus iglesias.

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

Foto: ST

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇ Vuela como el Rino antes de desaparecer

© Michael Raimondo / WWF

Una cría de Rinoceronte negro puede permanecer casi dos años al lado de su madre antes de convertirse en adulto. Durante este tiempo, la cría camina detrás de su madre, quién se encarga de despejar el denso paisaje por el que suelen caminar. El Rinoceronte negro mantiene la cabeza elevada casi toda su vida, porque su alimento lo encuentra rebuscando entre las ramas de  Acacias suspendidas en el aire.  Por otro lado, y en otro paisaje, su hermano el Rinoceronte blanco, mantiene constantemente la cabeza agacha. Busca su comida a ras de suelo,  en los arbustos y plantas con los que se alimenta. A diferencia de sus  hermanas negras, las madres blancas mantienen a sus crías delante de ellas, de esa manera pueden evitar el peligro que se aproxima observando  celosamente el paisaje despejado.

Poco tiempo queda para seguir observando el comportamiento madre-cría de los Rinocerontes. La destrucción de su hábitat natural  y la caza furtiva  son los factores principales de la crítica situación  que viven estos animales hoy en África y Asia. De las cuatro especies de Rinos que sobreviven: Blanca, Negra, India, Sumatra y de Java, (esta última extinta ya en hábitat natural) todas están en peligro de extinción extremo.

El tráfico de armas en África, ha sido parte del gran mal de los Rinos a lo largo y ancho del continente. Por décadas, las guerras civiles africanas han sido pagadas por su población humana, animal y vegetal.  En el verano del  año 2004 los últimos ejemplares del Rinoceronte blanco del norte  fueron asesinados dentro del Parque Nacional de Garamba (Congo) para pagar con sus cuernos una guerra en la región de Dafur (Sudán), que se encuentra justo en la frontera del parque congolés. Las milicias usaron tanto los cuerno de los últimos Rinocerontes blancos del parque; como el marfil de algunos elefantes para comprar armas.

Por otro lado, el mercado asiático, especialmente Vietnam y China, es el principal comprador del cuerno del Rinoceronte del mundo entero. La creencia popular de que el cuerno cura el Cáncer ha elevado la demanda de tráfico y por ende la matanza de Rinocerontes africanos y asiáticos.  A tal punto que hoy en día el precio de un kilo de cuerno de Rinoceronte es más alto que el precio de un kilo de diamantes. En Vietnam el Rinoceronte Java, único en su especie, fue finalmente extinto este año por las creencias curativas y la destrucción de su hábitat. El último ejemplar del pequeño Java vietnamita fue encontrado muerto y sin su cuerno en octubre de este año en el parque Cat Tien, en plena selva de Vietnam. Mientras meses antes, en Kenya, el Rinoceronte salvaje negro  se declaraba extinto en la región.

Es paradójico describir en líneas el exterminio de miles de Rinocerontes, un animal  que en proporción pesa 13 veces más que el Ser Humano. Cada día, los cuerpos de estos gigantes son encontrados sin vida en diferentes puntos de África. Este año solo en Sudáfrica se han matado más de 340 Rinocerontes, que para una población restante de 3000 es críticamente demasiado. ¿Avaricia? ¿Estupidez humana? Las conclusiones las tienen en la mesa, en la cuenta regresiva de la existencia en la tierra de un animal extraordinario, que pasará a los libros de especies extinguidas por manos del único animal supremo para sí mismo.

El siguiente video fue realizado por la organización WWF. En Octubre de este año fueron trasladados 19 elefantes negros sudafricanos desde la provincia de Eastern Cape a la de Limpopo, donde se les cuida hoy  en cautiverio. Los Rinocerontes voladores fueron trasladados en helicópteros hasta los camiones que posteriormente los llevarían, atravesando Sudáfrica, a su nuevo hogar.

© WWF

Links:

Sigue a WWF South Africa en Facebook visitando Aquí o directamente a WWF

 

 

 

 

 

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter


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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇ Las Crónicas de Chimurenga

"Todos los que pueden están construyendo muros" de Crónicas de Chimurenga

El 19 de octubre de este año circuló por las librerías de Nairobi, Johannesburgo y Lagos,un periódico fuera del tiempo. Un extenso semanario datado en mayo del 2008 llamado: “Crónicas de Chimurenga”, que en 96 páginas analizaba las noticias más importantes de ese mes, tres años atrás.

Las “Crónicas de Chimurenga” forman parte de una intervención artística del colectivo Pan-africano del mismo nombre: Chimurenga. El colectivo (formado por escritores, periodistas y artistas de Sudáfrica, Zimbabwe, Zambia y Camerún) existe desde el año 2002. Comenzó en Ciudad del Cabo, lugar desde donde todavía se sigue creando, y rápidamente se expandió entre lectores que buscaban noticias y reportajes fuera del aire sofocante de los medios locales. Como su propio fundador explica: “La revista Chimurenga ha proporcionado  una plataforma innovadora para el intercambio de ideas libres y reflexiones políticas de africanos sobre África”

Las “Crónicas»  reprensentan para el colectivo una cápsula de tiempo que reescribe la prensa del año 2008 en Sudáfrica,   específicamente  la semana del 18 al 24 de mayo.  En ese período, una ola de violencia xenofóbica se esparció por las townships sudafricanas dejando huellas  de terror entre cientos de migrantes de toda partes de África, quienes fueron expulsados de sus casas por grupos racistas. Los  desplazados debieron refugiarse en albergues temporales que creó el gobierno, cambiando su vida drásticamente. Según  Ntone Edjabe,  fundador del colectivo:“Nuestro objetivo no es revivir el pasado , pero sí provocar y desafiar nuestra percepción del mismo, con el fin de imaginar nuevos fundamentos, por medio de  los cuáles podríamos pensar y actuar en nuestro actual conexto”.  Las crónicas serían entonces reescritura y  análisis  que  desafían al  pensamiento mediático de hace tres años,  algo que sería imposible de realizar sin la libertad y el espacio que solo da el tiempo.

¿Y qué es Chimurenga? El nombre viene de la lengua Shona, hablada  en Zimbabwe y Zambia. En Shona, «Chimurenga» significa: Lucha o rebelión. El término fue resucitado  por el músico Thomas Mapfuno, para representar la música de protesta en Zimbabwe durante los años de lucha contra la Rhodesia británica. Luego de la música, que hoy es un estilo definido en Zimbabwe, vino la corriente mediática que se apoderó del término y que traspasó las fronteras hasta llegar a representar el hoy colectivo Pan-africano.

«Las Crónicas de Chimurenga» (para el colectivo) critican  la flacidez intelectual y la falta de creatividad e imaginación en los medios y  la academia sudafricana  al momento de entender la violencia en Sudáfrica. Esta última es parte del estilo de vida de los sudafricanos, y  según Chimurenga (distintamente a lo que proponen otros medios) no es tan diferente a la del resto del continente. La reciente intervención se tomó las calles con afiches (como el de la fotografía) que anunciaban  los problemas de África y su diáspora, los muros invisibles que se construyen una y otra vez entre quienes tienen más similitudes de las que piensan.

Puedes leer las crónicas (en Inglés) AQUÍ

 

© fotografía: Mail & Guardian

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter


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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Monte Elgon, Kenia

Monte Elgon, ⓒ Human Right Watch

«Elsa Chesut encontró partes del cuerpo de su esposo Jerome en un bosque al oeste de Kenia, tres meses después de que fuera tomado por los soldados de la armada keniana. Los soldados que apresaron a Jerome en abril del 2008 lo acusaron de tener conocimientos de las actividades de la SLDF, la fuerza Saboat en defensa de la tierra, un grupo militar que ha estado aterrorizando a la población de Monte. Elgon desde el año 2006.» (HRW, Waiting for justice)

Tanto el SLDF (Saboat land defence force),  como las fuerzas de seguridad keniana fueron los responsables de la indiscriminada violencia que sufrieron los habitantes del Monte Elgon, entre los años 2006 y 2008. Los de la fuerza Saboat, mataron, violaron y mutilaron a miles de civiles en la región, mientras que las fuerza de seguridad del gobierno de Kenia, arbitrariamente detuvieron y torturaron a cientos de  sus habitantes en la llamada operación Oka Maisha. La sanguinaria lucha entre el  SLDF y el Gobierno, la sufrieron los habitantes de Monte Eldon, quienes desde el 2008  fueron los encargados de traspasar los «recados» entre los dos focos de violencia. Los mensajes fueron enviados a través de sus cuerpos torturados, las desapariciones y la muerte.  Hoy, las víctimas del conflicto de Monte Eldon han comenzado  gradualmente a informar al mundo, a traves de organizaciones de derechos internacionales, sobre el limbo en el que se encuentran. Entre las cicatrices psicológicas y espaciales, los familiares de los miles de desaparecidos han comenzado a pedir justicia a su propio gobierno, información y apoyo en la búsqueda de sus familiares desaparecidos.

El siguiente video fue realizado por dos reporteros gráficos bajo el cuidado de la organización Human Rights Watch. Las peticiones de los familiares víctimas, son las cicatrices de violencia en Monte Elgon. Sin cuerpos que enterrar, sin reconocimiento oficial de las pérdidas, el   HRW ha hecho un llamado al gobierno de Kenia a tomar  conciencia del gigantesco daño que se le ha hecho a miles de familias que hoy buscan respuestas para recomenzar la vida.

Para más información entra a:  Médicos sin fronteras

Human Rights Watch

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter


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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Polaroids de Ciudad del Cabo

Ciudad del Cabo vista desde Robben Island

Visitar Ciudad del Cabo fue como tomar una polaroid. Quedar a la espera de un movimiento de manos, sabiendo que difícilmente saldrá lo que ves.   La ciudad madre, como la llaman,  atrae  tanto por su tono de puerto nostálgico; como por su vibrante y diversa vida. La ciudad es casi un pequeño Aleph, un mundo  que acaba en su propio horizonte todo lo que contiene.

La que fue, hace algunos años, la ciudad con la tasa de homicidios más alta del mundo, es también la  más antigua de Sudáfrica.  Dicen, que es algo común entre los viajeros que la visitan, compararla con la última ciudad de su corazón. A mi me costó relacionarla con algo hasta que llegué de vuelta a Pretoria ¿Tal vez un Valparaíso, una barrio Palermo? Una arquitectura parecida, pero sus habitantes bien lejos de cualquier otra. La colonización, la esclavitud y la migración hicieron de este puerto sudafricano un lugar mezclado, ecléctico a veces, clásico otras. De calle a vista y a mar, todo parece estar incluido ahí.

Acá van mis polaroids las de los lugares que visité y me gustaron. Mucho:

Woodsotck

Sábado en el mercado de Woodstock. Si bien en el resto de las ciudades sudafricanas el placer por los mercados culinarios no es novedad; en Woodsotck, además de buena comida, los puestitos ofrecen toda  clase de objetos creados en Sudáfrica y un poco más arriba de ella.  Ropa de jóvenes diseñadores, se mezclan con casas de antigüedades, una pequeña fábrica de chocolate y diversos locales de cervezas artesanales provenientes de diferentes países del continente.

Cabo de Buena Esperanza

El Cabo de Buena Esperanza.  El navegante portugués Barolomé Díaz lo nombró inicialmente : Cabo de las Tormentas. Tiempo después, el nombre  cambió a Buena Esperanza, porque fue el canal que liberó a Europa del dominio Turco de los mares. Una  entrada directa al comercio con la India y Asia, por el punto más al sur-oeste del continente africano. En la reserva natural no se puede sacar piedra alguna, ni caminar entre los interminables mantos de arbustos que  se esparcen entre las perfiladas montañas. ¿La razón?  es territorio  de pájaros en peligro de extinción (es fácil pisar sus nidos), y además es casa y jardín de los hiperkinéticos  Baboons, ladrones de comida y peligrosos en épocas de crianzas.

Vista al Océano Índico

Subir a Table Mountain. Es una clásico del turista que va a Ciudad de Cabo, pero la subida lo vale. Aunque  solo sea para detenerse en un  árbol  a mirar desde arriba la ciudad, su puerto y Robben Island. Un pequeño problema: El clima de Ciudad de Cabo es impulsivo, y y regularmente una nube cubre la montaña plana, impidiendo la vista a la peculiar distribución citadina, y al gélido atlántico.

Bañarse en el Índico. La ciudad es bioceánica:  Aunque el puerto y su vista se vuelcan al Atlántico, hacia el sur los poblados zigzaguean entre las orillas atlánticas y  las transparentes índicas. En una de sus playas habita la comunidad de mini-pingüinos más grande del mundo.

Fotografías: S.T.

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Los maniáticos®

" Madiba" por Hans Gedda

El presidente Mandela está enfermo y tú no quieres contribuir al empeoramiento de su salud no votando por el ANC. El presidente Mandela no resistirá si el ANC se queda fuera del poder. Con estas palabras, Julius Malema, hoy por hoy uno de los más controversiales miembros del ANC, «convidaba» a los sudafricanos a votar por el partido del gobierno en las pasadas elecciones. Así de claro, dejaba Malema,  que el no votar por el ANC empeoraría la salud del Madiba. Las elecciones pasaron y el partido ganó, quizá los votantes no quisieron arriesgarse, quizá las palabras de Malema sellaron su adhesión al gobierno, quizá, quién sabe.

La devoción de los sudafricanos por Mandela no sólo influye en la cuestión política, sino  en muchísimos aspectos de su vida diaria. Una verdadera Mandelamanía se pasea por el país, desde las calles de las townships más pobres hasta los glamorosos devotos internacionales de Madiba. Imágenes a lo Andy Warhol en el museo del Apartheid, camisetas coloridas cubren las estanterías con el rostro del glorioso hombre que le devolvió la libertad al 80% de la población sudafricana en 1994. Atrás parecen haber quedado los días de sufrimiento. Hoy, el único símbolo de paz en Sudáfrica (y uno de los pocos en el mundo), vive la vejez con tranquilidad en su casa natal,  como un viejo árbol, fuerte y esplendoroso en un campo lejano. Mientras tanto su descendencia lleva la voz cantante de su nombre, bajo el cual -pareciera- todo cobra sentido.

Un reality show espera el país. La vida de tres de las nietas de Nelson Mandela serán seguidas por las cámaras de televisión sudafricana para mostrarle a los televidentes, cómo es vivir siendo parte del clan de un icono mundial.  El show será sobre nuestras vidas como jóvenes mujeres negras […] Expondremos África como es, con una nueva clase media intelectual que contribuye a la economía. Sudáfrica ya las llama “las Kardashians africanas”, aunque ellas niegan y reniegan toda comparación.

Por otro lado, una línea de ropa con la marca <46664>,  fue recientemente lanzada por la organización sin fines de lucro que lleva el mismo nombre.  <466> corresponde a su número de celda en Robben Island, mientras que <64> equivale al año en que fue encarcelado. La organización y el nombre fueron sugeridos por el propio Mandela (el año 2002) y tiene como objetivo principal la prevención del VIH y el Sida. Después de una serie de mega conciertos, decidieron comenzar a reunir fondos de otra manera, por eso crearon la marca de vestir. La ropa está claramente inspirada en la figura del líder sudafricano y lleva el doloroso número de su encarcelamiento.  La organización se defiende de las críticas que se le hicieron al uso comercial de un número tan triste,  diciendo que la ropa es producida en un 40% por manos sudafricanas, unida al llamado “comercio justo”. Los precios, no son tan populares y están dirigida a, como ellos mismos dicen: las personas que participan de los eventos, los buenos-bonitos.

Es la llamada nueva elite post-apartheid, la que transformó la lucha anterior en los excesos de hoy para las nuevas generaciones. No hace mucho, una de las hijas del presidente Zuma, celebró una estrepitosa boda nombrada “la boda del año en Sudáfrica”. Un séquito de 12 Lamborghinis la acompañaron en una boda estilo “Paris”.  Duduzile Zuma se casó al compás de tambores Zulu y violines afrancesados, en donde ella y sus damas de honor cargaron más de setenta y cinco mil dólares en diamantes. Luego de su luna de miel,  la recién casada volvió  a su trabajo con mujeres y niños en estado de extrema pobreza. Porque bueno, las viejas consignas de armonía y reconciliación han derivado en una generación de fiestas benéficas y tacones, que todos pueden admirar.

Volviendo a la Mandelamanía, los tiempos en que se especulaba con miedo: Mandela® , Madiba® o 46664®, hoy son realidad. La nueva generación de mujeres intelectuales que planean mostrar las nietas del líder sudafricano parece ser una muestra del fructífero patrimonio de una lucha de más de sesenta años. Algo más de esa desigualdad que sufre el país y que no hay vergüenza en cubrir de diamantes cada vez que se puede.

Foto Hans Gedda, encontrada aquí

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista literaria: Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Chris Abani, el narrador y la libertad

Portada "Canción para la noche", Editorial Sur+

Doce años antes del desembarco de Colón en Guanahaní,  siguiendo la Línea del Ecuador hacia el Oeste, el portugués Joao Alfonso d’Aveiro desembarcaba en costas nigerianas.  No solo semillas de coco, o armas de fuego fueron introducidas por los colonos portugueses, sino que también la esclavitud. Debido al auge de este “comercio” muy pronto Nigeria se hizo conocida como “Costa de los esclavos”, lo que  produjo un gran atracción para imperios Holandés, Francés y posteriormente el Británico.

Durante el siglo XIX , la colonia británica se había establecido en casi todo el territorio, y como es lugar común en la historia de las colonizaciones, después de batallas y mortales enfermedades, los británicos lograron el control de Nigeria hasta 1960, año de la independencia nigeriana. La era post-colonial comenzó con una violenta Guerra Civil, provocada- entre otras causas-  por la corrupción del Estado y la imposibilidad de unir del país más poblado del continente, en el que conviven alrededor de 200 tribus diferentes.

En medio de la Guerra  nació el poeta y novelista Chris Abani, de  madre inglesa y padre Ibo-nigeriano, Abani comenzó a escribir desde muy temprano. Su primera novela, “Master of the board” en la que él, con sólo 16 años, situaba al cuarto Reich en Nigeria,  tuvo consecuencias nefastas para el joven escritor. Dos años después de su publicación, Abani fue condenado a tres años de cárcel por el carácter revolucionario de la ficción,  entre las rejas sufrió torturas y el aislamiento completo por períodos, hasta que fue liberado en 1991.  En una conferencia el escritor se refirió al tema diciendo:  “Fui arrestado y puesto en prisión. Yo vengo de una clase media-alta en casa, y pasar de una clase media-alta a una cárcel de Nigeria es. . . no tiene  palabras. El lenguaje me falló. Pero una de las bellas cosas fue que, de repente, me volví sensible a la política de mi país, y me convertí en un activista estudiantil.*

Lo que vino después en la vida de Chris Abani fue exilio y escritura. Emigró a Inglaterra y posteriormente a los Estados Unidos, donde hoy es profesor en la Universidad de California, Riverside. Ha publicado cinco novelas y siete libros de poesía, que cubren la violencia post-colonial, el orgullo de las culturas nativas africanas, y la brutal corrupción que destruye al continente, entre otros temas.

Más allá de su producción poética-literaria, Abani ha desarrollado una peculiar carrera de contador de historias. Un cuenta-cuentos de audiencia joven en las que comparte historias de África, lee con regularidad poesía africana y explota su faceta oratoria, algo fuera de lo común entre los poetas o escritores.“ Si quieres conocer África, lee literatura africana” decía en alguna de sus ponencias, una curiosidad en el ambiente creativo africano que a veces parece perderse entre la irrespirabilidad política de sus pueblos.

La libertad entusiasma en todos los países”, decía Henrik Ibsen en Peer Gynt,  y aunque en muchas partes de África (y el mundo) el sueño de libertad americano está asociado a un futuro esperanzador, según Chris Abani, la migración en Nigeria está acompañada de la búsqueda de una cualidad esencial, una especie de  médula identitaria  africana, que él resume en el Ubuntu (filosofía sudafricana).  Este  mes en el festival itinerante de poesía «África», el poeta recorrerá Johannesburgo, Harare (Zimbabwe) y Ciudad del Cabo leyendo poesía, y entablando diálogos sobre la exploración literaria africana de hoy. Entre los participantes del festival se encuentran dos poetas latinoamericanos, el colombiano Fernando Rendón y el chileno Raúl Zurita.

© Foto Editorial Sur+

Programa del Poetry Africa Festival en Inglés

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista del exilio chileno Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Los Orgullosos

Orgullo Gay, Johanesburgo

En tiempos en que el matrimonio es una excepción y el divorcio la norma, el fundamentalismo religioso confirma su anacronismo al no aceptar entre  sus fieles las uniones del mismo sexo. Mientras, dentro de los muros eclesiásticos se defienden diciendo que su legalización religiosa destruiría la institución;  afuera, el murmullo manifiesta que las parejas homosexuales, que sí quieren casarse, más bien la salvarían.

En diciembre del 2006, Sudáfrica se convirtió en el quinto país del mundo (de ese momento) en legalizar el matrimonio homosexual y, hoy en día, sigue siendo el único país africano que reconoce la unión gay dentro de sus estándares legales.  Aquí, la palabra discriminación tiene, por razones históricas, una connotación severa y se expone al debate de la justificación. Por ejemplo, no otorgarle a un ciego el derecho a conducir se justifica porque la vista está asociada a la seguridad, lo que por consecuencia hace de un conductor ciego, un conductor inseguro. Discriminación justificada. Sin embargo,  cuando la discriminación no es racional en este sentido, entonces no se justifica y se penaliza. Siguiendo esa lógica se aceptaron las uniones homosexuales  constitucionalmente, incluso con una fuerte reprobación de la población.

En junio de este año, Sudáfrica fue criticada por la unión de países africanos, al votar a favor en la asamblea de la ONU por los derechos homosexuales.  En el texto presentado, Sudáfrica defendía su postura, tan contraria a los de sus vecinos continentales, diciendo que: “Nadie debe ser sujeto a discriminación o violencia por su orientación sexual o identidad de género.” En la misma Asamblea, Nigeria como portavoz de África acusó la postura sudafricana de romper con la tradición de la unión, al dar un paso sin el previo consentimiento de los demás.

Más allá de estas fronteras, el continente definitivamente no está de acuerdo con uno de sus vecinos más poderosos. En Kenia, por ejemplo, el primer ministro gestionó el arresto, con penas de hasta catorce años de cárcel, contra quiénes “practicaran conductas homosexuales”, para el líder keniano: “no hay razón para que los hombres sea homosexuales”, esto último  después de que el Censo del 2010 mostrara, que en el país, el porcentaje de mujeres era más alto que el de hombres. Así no más.

Sin embargo, lo que la constitución aprueba sufre una paradoja en la vida diaria. En teoría, es posible demandar a alguien si te sientes víctima de una conducta racista, pero la homofobia  sigue siendo una conducta más o menos aceptada y la homosexualidad, en algunos sectores, un tabú. Y aunque la historia del prejuicio no está restringida al racismo, hoy en día muchos gays, lesbianas y transexuales, continúan siendo parte de un sistema de opresión y violencia similar a los de los tiempos del Apartheid. No solo por el tabú, sino que por razones tradicionales y prácticas. En muchas partes de África, las familias conciben el matrimonio hombre–mujer, como un sistema económico, el llamado ‘precio de la novia’, por ejemplo, es una tradición que equivale a la paga de altas sumas de dinero (y/o de Ganado) que el novio y su familia deben procurar entregar antes del casamiento. A su vez, solo un hombre casado (tradicionalmente) tiene derecho a recibir la herencia de sus padres.

El derecho a elegir a la persona que amamos y con quién queremos unir, legal o de hecho, nuestra vida es tan sagrado como personal. Ese espacio personal, creo, debe estar resguardado por el colectivo, también llamada sociedad en la que vivimos. En África del sur, el Orgullo Gay se celebra tres veces al año en las ciudades de Durban, Johannesburgo y del Cabo, donde se alojan coloridas fiestas, desfiles y debates a las que asisten miles de personas. Aún cuando queda un largo camino en educar a la comunidad, hoy, los sudafricanos, sí deberían estar orgullosos de que se reconozca su diversidad legalmente y que, por lo menos, el Estado esté de acuerdo en que la intolerancia sexual no se justifica.

 

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista del exilio chileno Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Los flecos de Johannesburgo

Braamfontein

Entrar al barrio de Sandton en Johannesburgo es como transportarse a un país trazado por -y para – algunos sudafricanos. Calles amplias, jardines verdes todo el año,  tiendas donde gastarse unos cuantos miles de Rands (la moneda de SA) es algo común. ¿Dónde está la pobreza de este país? uno se pregunta al transitar por el aseado suburbio. En Sandton, seguramente no.

En ese barrio, a pasos de la enorme estatua de Nelson Mandela, se realizó por cuarto año consecutivo la Feria de Arte de Johannesburgo.  Siguiendo la moda de los auspicios caros, la feria estaba compuesta sobre todo por galerías sudafricanas, unas cuantas londinenses y una francesa.  Si para los artistas más reconocidos la escena cultural es hosca y extremadamente difícil, un tema que el boletín entregado por los organizadores dejaba en evidencia; el espacio se ultralimita para los emergentes y faltos de recurso. Sin embargo, como sucede a menudo, a pesar de la falta de oportunidades la creatividad es exquisita y abundante.

Al mismo tiempo en que los curadores recorrían el galpón de Sandton, una muestra gratuita tomaba lugar al otro lado de la ciudad, en el barrio de Braamfontein.  En la feria de arte de Sandton, se servía champagne y Alfa Romeo organizaba charlas con su invitado estelar: Chris Dercon (Director del Tate Modern de Londres). Al sur de la ciudad, en Braamfontein, había Bloody Marys y un estacionamiento albergaba a artistas jóvenes en el llamado: Joburg Fringe.

El Neighbourgoods market en Braamfontein

El estacionamiento “Century” estaba cubierto de ideas. Al otro lado del muro un mercado invitaba a degustar comida de pequeños empresarios locales. Siguiendo la moda de la comida orgánica  una chica vendía chocolates sin aditivos ( hechos de su propio cacao), un japonés vendía paella y una señora afrikaner traía de su granja, salchichones ahumados en whisky y sidra, entre otras cosas.

Saliendo de los estacionamientos,  los cafés y restoranes de las callecitas se habían convertido en mini galerías de muestras fotográficas, pinturas, y esculturas. El barrio de Braamfontein, que de a poco ha ido recreando sus espacios para darle un vuelco a la violencia y marginalidad, hoy  apunta a transformar los lugares abandonados en un espejo de diversidad e integración, algo que no deja de ser curioso: Braamfontein explica en dos calles la vibra de la ciudad de Johannesburgo.

Recorrer una ciudad desflecada  y que dialoga en sí misma es una actividad bien interesante. Desde una mirada fresca, descubrir las vibras de la ciudad es definitivamente sexy.

Más sobre:

Joburg Fringe

Joburg Art Fair

 

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista del exilio chileno Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Pretoria, la bipolar

Foto: Guess Who? de Karin Miller

-¿Qué más se puede hacer en una floja tarde de domingo en Pretoria?- Nos preguntaba  Herman, cuando nos llevaba a la vieja fortificación de guerra donde se esperaba un concierto. Ese domingo flojo, el sol calentaba la tierra intensamente y los pájaros (que desde hace unas semanas arrebataron el cielo) hacían más ruido que los amplificadores. Mucho Johnny Cash y June Carter, inglés mezclado con afrikáans, el día estaba para eso, para despertar en el imaginario colectivo a la ciudad dormida.

Cuando miro las calles, constantemente me hundo en el mismo pensamiento: Una ciudad que agrava sus problemas es tan peligrosa como una que los esconde. Pretoria, tiene un poco de las dos. Por un lado, su arquitectura grita el pasado, reclama solidaridad y espacios comunes; por otro, unidos por una ley subterránea lejos del ruido, y entre muros, cada quien hace su vida separadamente. Esa Pretoria, la de los dos nombres: Pretoria, por Marthinus Pretorius, el líder de los Boers y primer presidente afrikáner y Tshwane, nombre nativo; es también la de las dos vidas.

Las grandes ciudades europeas después de la segunda guerra mundial perdieron continuidad y sus sociedades, con actitud resiliente, rehicieron su historia a la par de la reconstrucción de las ciudades. Pretoria y Tshwane,  no han sufrido la ruptura espacial, todo lo contrario, pero han integrado con indiferencia, el pasado dentro de un nebuloso presente.

En la Tshwane de arriba,  los símbolos de un pasado violento están esparcidos y son parte del paisaje diario de miles de personas, quienes enfocadas en sus labores diarias lo pisan ciegamente.  El hábito de la memoria se encuentra alojado en los altos edificios de los años setenta, hoy ocupados por la clase sin privilegios  que se arroja  de manera circular al tedio de los añosos muros. Su centro respira melancolía y caos, evoca imágenes de viejos enfrentamientos y duras leyes que conviven con el paso lento de un pueblo dormido.

La historia se exacerba en la urbe. La construcción de ella enfurece las diferencias de la sociedad. Aquí, más de dos millones de habitantes vibran en el indefinible vacío de la planificación urbana y social.  La ciudad tiene un corazón quejoso, mientras que en la periferia, en silencio se construyen fortificaciones individuales privilegiando la sensación de miedo y de encierro.

La luz del día, aunque no lo parezca, entibia las desigualdades, el ruido de los transeúntes cubre el silencio tan subterráneo y aparte.  Cuando cae la noche, la oscuridad devela entre sus habitantes el miedo al espacio público y, el hasta entonces mismo espacio bullicioso, se pone silente y aterrado.

Esa tarde de domingo los viejos muros de la fortificación Afrikáner recibían a cientos de personas, con sus asaderas y cervezas. El alrededor todavía gritaba en un neerlandés antiguo -¡Guerra!-,  mientras que a los asistente solo parecía tocarles el sol y los covers de Stevie Ray Vaughan.

© foto: http://www.karinmiller.co.za

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista del exilio chileno Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇El viaje de J.M. Coetzee a Chile

En memoria del periodista José Cifuentes

Entre las tristes noticias que poblaron los periódicos y la televisión el antepasado fin de semana en Chile hubo una, en particular, que me alegró bastante. El diario chileno “La Tercera” publicó un artículo sobre la visita del huidizo, públicamente hablando, escritor sudafricano J.M. Coetzee a Chile, quien participará del seminario “La ciudad y las palabras” organizado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica.

Del escritor sudafricano en su país natal se habla con vaga regularidad. A primera vista, la obra de Coetzee traspasa la imagen de una Sudáfrica seca, dura y desesperanzada. Es una constante, sobre todo en su obra inicial, el reflejo de diversos esquemas del sufrimiento del país en torno a las políticas del Apartheid. Una primera lectura puede evocar sensaciones ásperas, pero es grato encontrar en ellas, también, un tono de humor muy particular y la ternura presente, sobre todo, en las figuras femeninas de sus escritos.

En Sudáfrica la recepción de sus obras no ha estado exentas de polémica. Una acusación de racismo fue levantada el año 2000 por el CNA (Congreso Nacional Africano) ante la comisión de derechos humanos. El reporte, que circuló en los medios, catalogaba de racista su novela “Desgracia”, el CNA se respaldó diciendo, entre otras cosas, que: “En la novela se sugiere que nuestros compatriotas blancos deben emigrar, porque ‘estar’ en la Sudáfrica post-apartheid es ‘estar’ en “su territorio” [negro], y como consecuencia los blancos perderán su dignidad”.

Tres años más tarde dicha polémica volvía a aparecer luego de que el escritor sudafricano ganara el Premio Nóbel (2003), en esos momentos el partido de oposición Alianza democrática instó al gobierno del CNA a pedir disculpas antes de felicitar al escritor por el premio, lo que fue ignorado por el partido. J.M. Coetzee fiel a su carácter silencioso y rigurosidad literaria nunca se pronunció, al menos públicamente con respecto a esta acusación.
El año 2006 el escritor adquirió la nacionalidad australiana, donde vive actualmente, en ese momento dijo con claridad que con esto no estaba “dejando Sudáfrica”, país con el cual claramente mantiene lazos muy fuertes, sino que más bien se encontraba “llegando a Australia”.

Más allá de las polémicas, los conflictos de poder y la frustración se esparcen magistralmente en la obra del escritor de Ciudad del Cabo, hasta generar crisis en las lecturas que él mismo propone. Una especie de desbaratamiento de la taxonomía literaria, poniendo al límite la percepción de la escritura de ficción y no-ficción. La Sudáfrica existente, aparece entonces, como una metáfora exquisita para presentar esta problemática literaria que puede ser discutida con avidez. Con respecto a esto último, basta observar una fotografía de Santu Mofokeng ( link a la columna de Mofokeng) para sentir la crisis entre la belleza y el desbaratamiento social de un pueblo marcado por una de las políticas más duras y persistentes del siglo XX.

Aclaración del epígrafe inicial de la columna: El reciente fin de semana ocurrió un trágico accidente en la isla Robinson Crusoe del archipiélago de Juan Fernández (Chile). Uno de los fallecidos fue un amigo de mi padre, José Cifuentes, a quien recuerdo vivamente en algunas reuniones y por supuesto de la boca de mi propio padre quien solía llamarlo “Súper Cifuentes”. Es un pequeño homenaje a su trabajo periodístico y a la amistad que lo unió a mi padre a quien admiro sobremanera.

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista del exilio chileno Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Hergé y el Congo

Tres versiones de “Tintín en el Congo” fueron publicadas por Hergé durante su vida. La primera, en blanco y negro, data de 1931; la segunda, ya levemente censurada por el mismo autor, equivale la primera versión a color de 1945; la última corresponde a la edición de 1975 en la que una página fue re-dibujada para hacer del cómic más “amigable” y menos racista, como ya se le había comenzado a tildar desde su aparición.

En Bélgica Hergé y su Tintín son tan populares como la cerveza y el chocolate. Grande es la fascinación de los belgas por los cómics en general y particularmente el fenómeno de Tintín es tan popular que se hace difícil imaginar una casa belga sin algún número de la colección de Hergé. Las famosas aventuras del periodista y su perro Milú, están unidas también a la polémica causada por el segundo número de su colección: “Tintín en el Congo” causó controversia por la visión inferior con la que se retrata a los congoleses, alimentando los estereotipos blanco-negro. Ochenta años más tarde el segundo cómic de la serie del autor belga todavía es polémico: en Nueva York, por ejemplo, la biblioteca pública de Brooklyn presta el ejemplar sólo mediante petición previa, mientras que en Inglaterra se vende en las librerías con una advertencia de “contenido ofensivo”.

Cuando apareció “Tintin au Congo” (título original en francés), Bélgica llevaba casi cincuenta años de colonialismo en África central. En 1885, luego de una conferencia de poderes europeos, el rey Leopoldo II recibió algunos territorios para su “uso personal”. El Congo se transformó en su jardín, pero el gobierno belga lo adquirió de vuelta debido a que, incluso para los estándares colonialistas de la época, el dominio del Leopoldo II era demasiado cruel y sanguinario. El cómic de Hergé retrata, con un carácter ingenuo, esa mirada no avergonzada de superioridad e ignorancia del Hombre blanco sobre el Hombre negro, tan común en aquellos tiempos.

¿Pero es “Tintín en el Congo” racista? Si lo descontextualizamos y juzgamos por los estándares actuales, sí. Sin embargo, leída en su contexto la historieta es simplemente un reflejo de su propia época, sacarla de allí es un ejercicio que nos llevaría a un proceso de malas lecturas como ya ha pasado con Conrad y “El corazón de las Tinieblas”. Está claro que sería muy negligente de nuestra parte negar las observaciones ofensivas y racistas, pero creo que peor aún es negar que esas conductas formaron parte de una realidad que hoy, mirada con más neutralidad y distancia, somos capaces de discernir.

A pesar de las múltiples críticas y demandas al cómic de Hergé, la opinión general que late en torno a la historieta es que “Tintín en el Congo” es un producto de su tiempo, un espejo de la actitud colonial de un país europeo hace ochenta años. Un ejemplo de esto último se encuentra en Sudáfrica, donde el caricaturista Anton Kannemeyer se dedica por medio del humor y la sátira, a la denuncia del racismo latente en el continente. El mismo autor hace algunos meses exhibió en la capital del Congo, Kinshasa, su último trabajo titulado “Pappa en África”, en donde adopta a Tintín como el arquetipo de la figura del asentamiento blanco en África. Su obra expone por medio del humor, la hipocresía y el racismo de la población blanca a lo largo y ancho del continente africano y su obra no ha estado exenta de críticas, de aquellos que le leen con superficialidad.

Supongo que nunca está de más recordarnos el humor en nuestras propias lecturas, hoy “Tintín en el Congo” es utilizado en Bélgica como una herramienta de enseñanza para niños sobre la mirada colonialista de principios del siglo XIX, mientras que todavía en algunas partes del mundo el cómic se debate entre la censura y el humor.

Foto 1: © http://www.stevenson.info. Foto 2: © http://www.seminario.edu.uy

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«Kamikaze» de Josué Vega López

¡Estamos de celebración!

Josué Vega López, nuestro Director Editorial, ganó el Premio Nacional de Poesía Experimental “Raúl Renán” 2011. Emocionados por esta gran noticia compartimos con la comunidad de Territorio liberado algunos poemas de su libro «Kamikaze» que será publicado próximamente. ¡Enhorabuena, Josué!

(hara kiri)

Postal japonesa:

El tren bala apunta directamente a la cabeza.
Clava sus pezuñas en el metal que le ha oxidado la entraña al asfalto.
Repara. Bufa. Llegado el momento, lanza cuerpo y furia
al blanco móvil que lo espera a la siguiente estación.
Por la ventana de un edificio, un niño cierra la libreta y contempla a la bestia embestir el aire espeso del Japón.
Imagina sus brazos conteniendo del pescuezo aquella potencia desquiciada.

Sudar su agitación insomne junto a ese motor,
Partirle la yugular en un tajo samurái.

Pero el gusano montado en su vía es demasiado veloz
y el pequeño de ojos rasgados
sólo tiene tiempo de sentir el impacto a medio cráneo.

Un tren a los once años es     siempre     demasiado.

Vietnam, 23 horas

(un hombre observa a su amante cepillarse el cabello)

Acantilado
contra la noche lacia:
furia del ojo.

(degüello)

empañados los ojos hechos
para dejar de ver
Ricardo Reis

tender una línea
o una llamarada de línea
aguijón     enjambre o pesuña de líneas
abrir la definición y el tacto de la línea
que su distancia más corta entre dos puntos
cubra una pierna que se adelanta a la otra
línea fluir     y resaca de línea
trayecto
codo mugroso
arteria del día
dejar caer la línea sobre los muebles
como una sabana
línea de polvo
línea jaguar
en el brazo del sillón
línea rictus
recta línea en la pesadilla
donde una escalera despliega
lanzar la línea de la tarde
al otro lado de la línea
en un puño la greña de la noche
erizada por la nuca
el miedo vuelto la espalda del miedo
cerrar los ojos
para ver el cuello de la luz
degollado por la línea

Josué Vega (México, 1976) Socio y Director Editorial de Territorio liberado

Comunicólogo, editor, escritor, guionista, productor radiofónico y docente en el área de literatura. Con 5 años de experiencia en trabajos de guionismo y corrección de estilo para diferentes casas editoriales. Trabajó como director editorial en la Revista OZ magazine, revista de viajes, vida y estilo. Publicó el libro “Cuerpo en Añicos” (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2000), la plaquette “Hotel de Paso” (Editorial Tintanueva, 1999), e inéditos los poemarios “El ojo dislocado” y “La noche es un vaso quebrado”. Sus poemas y artículos han aparecido en publicaciones nacionales y locales como el Periódico de Poesía, Tierra Adentro, Blanco Móvil, Oráculo y El Cocodrilo Poeta (D. F.), Mala Vida (Cuernavaca), Fragmentario, Caín, Plástico y La Voz de Michoacán (Morelia), el periódico A. M., El Sol del Bajío y Cien Pies (Celaya), entre otras.  Actualmente trabaja también como editor de la Editorial Otras Inquisiciones. Facebook

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Otras orillas┇Sofía Traslaviña┇Aprender a cruzar el río del entendimiento

Peces tallados con hierro caliente hechos por los habitantes de los dos lados del río en Port St Johns

En la pequeña localidad de Port St Johns, al este sudafricano, sólo un río separa a los hablantes de la lengua Xhosa y AmPondo. El río llamado Umzimvubu, que desemboca estrepitosamente en el océano Índico, también separa a dos grupos culturales. Las diferencias de ambas comunidades se acentúan en algunas de sus costumbres e incluso, según sus propios habitantes, en sus rasgos físicos. Sin embargo, algo los une: la artesanía. Con madera casi tan liviana como la lana, ambos grupos crean objetos decorativos en formas de animales que tallan con hierro caliente y cestos que las mujeres suelen cargar en la cabeza. Los habitantes de cada lado del río no hablan estrictamente la misma lengua, pero se entienden a través de la creación y el arte.

Sudáfrica es un país casi tan grande como México y al igual que el país latino su extensa geografía también alberga una rica diversidad lingüística y cultural. En el país africano se hablan oficialmente once lenguas, dos de las cuáles fueron introducidas por los colonizadores: el Afrikáans (variación del Holandés) y el Inglés. Las otras nueve lenguas se esparcen por todo el país, variando al igual que el paisaje: de la montaña a la costa; de la sabana a los frondosos y verdes humedales. En el sur-este, donde se encuentra el precioso Port St Johns, se evidencia una fuerte influencia inglesa, además de las lenguas tribales como Xhosa y Sesotho; hacia el norte, el Afrikáans y Zulú predominan entre sus habitantes.

Las grandes ciudades sudafricanas como Johannesburgo, Pretoria o Ciudad de Cabo, están fragmentadas lingüística y culturalmente. En Johannesburgo, la fiebre del oro de principios del siglo XX atrajo fuertes oleadas migratorias, tanto internas como externas, lamentablemente las personas que hoy conforman la ciudad (y el país entero) fueron forzadas a permanecer separadas según sus etnias. Hoy en día, ya no hay ley que obligue a dicha separación, pero después de cien años de fragmentación el puzzle citadino sigue siendo un rasgo esencial en Sudáfrica. Con más de ocho millones de habitantes, Johannesburgo alberga tantas lenguas diferentes como grupos étnicos la conforman y cada espacio de la urbe es un pieza específica de ella. Barrios árabes, judíos, nigerianos, entre otros, viven uno al lado del otro sin interesarse mutuamente, no sólo la lengua los diferencia, también las costumbres, sus intereses y la vestimenta.

Octavio Paz, en un hermosísimo discurso titulado “Nuestra lengua” (1997), dice que “Las dos experiencias [que] forman el nudo de que está hecha la convivencia humana: [son] el decir y el escuchar”. Nacemos escuchando, para luego, en nuestra vida adulta inclinarnos al decir. Este narcisismo lingüístico es menos evidente en países más o menos homogéneos lingüísticamente, es fácil parecer que escuchamos cuando en realidad sólo nos interesa decir algo. En un país como Sudáfrica, conformado por múltiples lenguas y culturas, la brecha se hace evidente ante cualquier ojo, incluso el despistado.

No me mal interpreten, no estoy haciendo un llamado a la homogeneidad lingüística de ninguna manera. Lo que intento defender es el Entendimiento, el cruzar el río, el esfuerzo de abrirse a escuchar al otro, a no dejarse llevar por la adultez narcisista del decir y no escuchar. Cada lengua en toda su magnitud es un mundo complejo, hermoso y dinámico. El aprender una lengua diferente no quiere decir inmediatamente aprender a escuchar esa diferencia, no, si no va acompañada de una actitud distinta también.

El telar de culturas en Sudáfrica, bello en sí mismo, por cierto, está lleno de problemas y oídos sordos. El desinterés entre los fragmentos de esta tierra colman de retórica los discursos políticos y los periódicos. El pequeño pueblo de Port St Johns, es para mí un ejemplo de entendimiento, los unen sus manos y su creatividad, su artesanía pertenece a la misma escuela y el desarrollo de ésta, en todas sus formas y variaciones, conforman un unidad diversa. Sus habitantes pueden no hablar la misma lengua, pero sus manos y su creatividad sí.

Link para aprender lenguas africana online: http://www.unisa.ac.za/Free_online_course/

Foto: © Steve McNicholas, en www.wildoceanfilm.com

Sofía Traslaviña nació en Santiago de Chile. A lo largo de sus estudios de Literatura y cultura hispanoamericana se ha ido adentrando al tema de migración, exilio y literatura. Actualmente vive en Pretoria, Sudáfrica, donde trabaja enseñando español, aprende francés y prepara una investigación doctoral sobre la revista del exilio chileno Araucaria de Chile. Blog Facebook Twitter

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Costumbres del ojo┇ Nayar Rivera┇Necesito leer más

La nueva casa de vacaciones de J.K. Rowling en Tasmania es la prueba de que sí se puede vivir de escribir literatura

Necesito leer más. Me hace falta la embriaguez de la que hablaba Baudelaire: “Il faut être toujours ivre. Tout est là: c’est l’unique question. Pour ne pas sentir l’horrible fardeau du Temps qui brise vos épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans trêve”. [Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.]

Necesito la embriaguez de la literatura, la embriaguez del mundo, la despreocupación del equilibrio en los niveles de serotonina de mi cuerpo. Cuando viajo, cuando hago ejercicio, cuando trabajo en actividades placenteras, el tónico mágico del cerebro se autoregula, pero cuando regreso a la realidad de la… ejem, flexibilidad del empleo, hay que hacer ajustes extra.

Esta vez pensaba escribir sobre el ensayo, la experimentación y la libertad y en cambio acabé escribiendo sobre la serotonina. Curioso, o más bien lógico, con la lógica del sentido común. Dice un blog de consejos que algunas cosas que podemos hacer para regular nuestros niveles de serotonina son: “Hacer ejercicio con regularidad, la vida al aire libre, pasear y bailar […] Cambiar de actividad, hacer cosas nuevas, emprender nuevos proyectos, viajar… ayuda a que la serotonina aumente.”

Siempre que veo esta clase de consejos recuerdo la frase de un personaje de Ken Loach en «Riff Raff», que iba más o menos así: “la depresión es para la clase media, nosotros tenemos que trabajar”. Por supuesto que sé que pensar esto puede sonar hipócrita y retorcido, pues casi siempre he pertenecido a lo que en México se considera clase media, ingredientes más, ingredientes menos. A menos que apliquemos una definición marxista, no sé si apócrifa, que he oído varias veces: “educación burguesa, medios de proletariado”. Allí sí que cumplo con la definición, pero para un país rico, pues para los de éste creo que me sobran varios viajes y mucha comida.

Emprender nuevos proyectos. Viajar. Salir al campo. Comprar una casa de campo. Poner un negocio. Escribir una crónica sobre la ciudad de México que gane el Concurso Nacional de Crónica Urbana Salvador Novo (50000 pesos y la publicación del trabajo), o el ensayo que gane el Concurso Internacional de Ensayo UAS/COLSIN/Siglo XXI (20000 USD y la publicación de la obra); o por qué no, el Premio Internacional de Ensayo Isabel Polaco (100000 USD y la publicación de la obra), seguido del Premio Planeta del Novela (601000 Euros y la publicación de la obra) y del Nobel de Literatura (en 2009, casi un millón y medio de dólares). Los planes se multiplican sin tregua, pero la realidad se encarga de acotarlos. Sólo por hoy pude escribir estas palabras, le dediqué un día más a mi golosina favorita, y no sé qué vendrá después. Mientras más responsabilidades se acumulan en mi agenda, menos puedo disfrutar de la lectura y la escritura, y lo que era una realidad cotidiana poco a poco se vuelve un lugar sin lugar, una utopía.

Nayar Rivera es un autor conocidísimo entre los happy few (very few). Ha escrito el estudio monográfico Iztacalco, En la casa de la sal (2002), el poemario Reglas de urbanidad (2008), y el libro de ensayo-ficción El deshielo (Felou, México, 2011).  Es coautor de México se escribe con J  (Planeta, México, 2010). Web

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